El Legado de Shaolin Wahnam

Otro monje que logró escapar del incendio del templo fue un joven maestro llamado Jiang Nan. Este monje huyó hacia el sur con el ejército Qing en su persecución. Su nombre original se ha perdido para nosotros. En un esfuerzo por esconderse de su enemigo, cambió su nombre. Tras cruzar un río que marcaba el límite de China, eligió el nombre de Jiang Nan, que significa «Al sur del río». Fue al sur de este río donde pasaría el resto de su vida.

Durante 50 años, Jiang Nan vagó cada vez más al sur con una única misión en la vida: transmitir su arte a un digno sucesor. Una noche, cerca de la frontera entre las actuales Tailandia y Malasia, se encontró con un joven curandero que hacía demostraciones de Kung Fu para atraer clientes a su puesto ambulante. El monje observó al joven todas las noches durante 6 noches. La séptima noche, cuando la multitud se había dispersado, el monje se acercó al joven. Sin ninguna agresividad en su voz, el monje le dijo: «No está mal. Pero a pesar de todos los aplausos, lo que has demostrado no es kung fu de verdad».

El joven se quedó estupefacto. Como curandero ambulante, confiaba en su kung fu para protegerse de los bandidos y matones que le desafiaban con frecuencia. Pero aquel viejo monje le decía que su kung fu era inútil.

El monje continuó. «No me creas. Si quieres, podemos ponerlo a prueba con un combate amistoso».

El joven aceptó, ansioso por demostrar su valía. Pero, para su asombro, el monje de 80 años le venció con facilidad. Incluso cuando el joven dejó de dar golpes y atacó con toda su fuerza, el monje lo manejó como si jugara con un niño. Reconociendo los signos de la verdadera maestría, el joven se arrodilló ante el monje y le suplicó que lo aceptara como alumno.

Con una sonrisa, el Venerable Jiang Nan dijo: «Sí, con una condición». El joven se inclinó más y dijo que haría cualquier cosa. Levantando la cabeza del joven y mirándole a los ojos con una sonrisa, el monje dijo simplemente: «Empieza de cero».

Aquel joven se llamaba Yang Fatt Khun.

Cuando Yang Fatt Khun tenía más de 70 años, aceptó a un joven como alumno. Este hombre ya estaba bien entrenado en las artes marciales y se ganaba la vida como luchador profesional de Muay Thai. Ese hombre se llamaba Ho Fatt Nam.

Al principio, el maestro Yang rechazó las peticiones del joven Ho para convertirse en alumno. Pero una noche, con la ayuda de uno de los alumnos de Yang, el joven Ho se coló en la sala secreta de entrenamiento. Se postró ante Yang con los regalos tradicionales y le suplicó que le aceptara. Cogiendo los regalos y colocándolos en el altar, Yang dijo: «Esta es la voluntad del Cielo».

Cada año, el maestro Yang celebraba una gran competición de sparring entre sus alumnos para elegir a sus diez mejores discípulos. Ho Fatt Nam, que no ocupaba ningún puesto, ascendió gradualmente a la cima. Cuando el maestro Yang anunció su retirada, nombró sucesor a Ho Fatt Nam.

El joven Wong Kiew Kit fue uno de los últimos alumnos en aprender del maestro Ho. Cuando suplicó por primera vez ser aceptado como alumno, el maestro Ho sólo le pidió una cosa: «Empieza desde cero».