¿Cómo Aplicar la Filosofía Zen Para Ser Una Persona Zen?

En la imagen superior se muestra «El Libro Completo del Zen» escrito por el Gran Maestro Wong Kiew Kit. De este libro se ha extraído el artículo sobre «la filosofía zen para ser una persona zen».
Muchas personas han oído hablar de la filosofía Zen y se preguntan cómo poder aplicarla en la vida diaria para ser una persona Zen.
En el siguiente artículo explicaremos muchos de los principios de la filosofía Zen que te pueden resultar de gran utilidad para la vida diaria y así ser una persona Zen.
Aquí te contamos secretos muy importantes. Muchos de estos secretos son aparentemente simples. Pero no subestimes su gran simplicidad pensando que si algo es simple entonces no tiene un gran valor.
Mi maestro, el Gran Maestro Wong Kiew Kit es un gran maestro Zen. Las enseñanzas que compartimos a continuación están incluidas en «El Libro Completo del Zen». Es un libro extraordinario para aquellos que quieran saber más sobre el Zen, su historia, filosofía y práctica. Desafortunadamente, está descatalogado en Español pero no es difícil de encontrar en sitios de segunda mano como puede ser Iberlibro .
Artículo traducido y adaptado del texto original escrito en inglés por el Gran Maestro Wong Kiew Kit en su libro «The Complete Book of Zen».
Tabla de contenidos
Zen Para la Vida Diaria
Cómo ser efectivo en tu vida y estar más alegre y lleno de vida
Filosofía Zen Nº1 para Ser una Persona Zen:
Simple, directo y efectivo
Una de las principales enseñanzas de la filosofía Zen es aprender a actuar de forma simple, directa y efectiva. Esta forma de actuar nos permite ser una persona Zen. Sigue leyendo porque esto te interesa.
Es comprensible que muchas personas no estén preparadas o interesadas en el cultivo espiritual. Pero incluso si no estás preparado o interesado en cultivar el Zen como disciplina espiritual, puedes aportar un toque de Zen a tu vida diaria y obtener muchos beneficios gracias a ello. El Zen nos ayuda a alcanzar lo mejor tanto en la dimensión mundana como en la supramundana. La práctica Zen más fundamental es la meditación, pero puedes practicar el Zen de manera informal adoptando algunos de sus principios y filosofía Zen.
Las tres características principales del Zen son que es simple, directo y efectivo. Si somos capaces de llevar a cabo estas tres características nos podemos considerar una persona Zen.
Por ejemplo, si un estudiante Zen quiere que su maestro calme su mente, no tiene que seguir varios rituales, leer sobre lo que es la mente y luego buscar excusas o frases bonitas para pedírselo a su maestro de manera indirecta. Simplemente va directamente a su maestro y le dice: «Maestro, por favor, calme mi mente». El maestro no analiza entonces el problema del alumno, ni le da un largo sermón, ni mide la frecuencia de sus ondas cerebrales. Simple y directamente dice: «Saca tu mente y yo la calmaré», o si quiere saber qué es lo que perturba la mente del alumno, simplemente pregunta: «¿Qué perturba tu mente?».
Estas acciones o afirmaciones son efectivas porque están dirigidas a esa persona y situación concretas. Por ejemplo, cuando Bodhidharma pidió a Hui Ke que sacara su mente para que el maestro pudiera calmarla, Hui Ke se iluminó.
Más tarde, cuando Hui Ke le dijo a su alumno Seng Can que sacara a relucir sus pecados para que el maestro pudiera ayudarle a arrepentirse, Seng Can se iluminó. Los maestros decían lo que era más efectivo para la persona y la situación en cuestión. Para otra persona o situación, sus respuestas habrían sido diferentes: tal vez cerrar la boca del alumno para impedirle hablar, o golpearle con un palo.

En la fotografía superior el Gran Maestro Wong Kiew Kit demuestra la meditación Zen en postura semi-loto. Para ser una persona Zen y vivir acorde con la filosofía Zen no es necesario practicar la meditación sentada.
Podemos aprender una lección útil de la acción simple y directa de los practicantes del Zen. Así que la próxima vez que quieras pedirle a alguien una cita, o a tu jefe un aumento de sueldo, en lugar de preguntarte qué hacer y cómo, o de si deberías hacerlo, dirígete simple y directamente a él o ella y dile -con educación, o golpeando la mesa, o de la forma que te parezca más adecuada a la situación- «Me gustaría pedirte una cita» o «Quiero un aumento de sueldo».
Estos aspectos simples, directos y efectivos del Zen están bien ilustrados en el Kungfu Shaolin y el Chi Kung Shaolin, las dos artes Shaolin que son a la vez una preparación y una manifestación del Zen. Todos los patrones del Kungfu Shaolin son simples, directos y efectivos.
Cuando un exponente Shaolin desea bloquear un ataque o golpear a un oponente, bloquea o golpea con movimientos simples y directos, en contraste, curiosamente, con un exponente Taijiquan que primero ajusta la posición de su cuerpo y piernas y luego bloquea, y no directamente sino con un movimiento circular para minimizar la fuerza de su oponente.
A diferencia del exponente Shaolin que bloquea e inmediatamente golpea, el exponente Taijiquan, después de bloquear de una manera comparativamente elaborada, fluye con el movimiento del oponente para manipularlo en una posición desfavorable y sólo entonces golpea.
De hecho, un estudio comparativo del Kungfu Shaolin y el Taijiquan, ambas artes maravillosas a sus respectivas maneras, ilustra las características simples, directas y efectivas del Zen, y los movimientos fluidos del agua preconizados en la famosa escritura taoísta, Tao Te Ching’.
El Chi Kung Shaolin también es simple, directo y efectivo. Por ejemplo, si un exponente del Chi Kung Shaolin quiere aumentar su resistencia, en lugar de correr unos kilómetros y jadear durante todo el camino, o sudar varias horas en un gimnasio, practica ejercicios de respiración durante unos 15 minutos para limpiar los meridianos apropiados para un mejor flujo de energía y aumentar su nivel de energía captándola del cosmos.
Cuando se comprende que un mejor flujo de energía y un aumento del nivel de energía conducen a una mayor resistencia, que a su vez es la causa, y no el efecto, de un mejor rendimiento al correr o hacer ejercicio en el gimnasio, se puede apreciar lo simple, directo y efectivo que es el enfoque del Chi Kung Shaolin. De hecho, los ejercicios de Chi Kung Shaolin que he enseñado literalmente a cientos de personas para aliviar gran cantidad de enfermedades ¡son desconcertantemente simples!

En esta fotografía se muestra un flujo de energía con una manifestación de movimientos espontáneos. El Chi Kung Shaolin que practicamos en nuestra escuela proviene de la tradición Zen (llamada Chan en Chino) y sigue la filosofía Zen de ser simple, directo y efectivo.
Filosofía Zen Nº 2 para ser una Persona Zen:
Profundidad en la simplicidad
Decir que son simples no significa que el Kungfu Shaolin, el Chi Kung y cualquier acción o declaración Zen sean aburridas o superficiales; de hecho, a menudo son muy profundas. Por ejemplo, el «Saca tu mente» de Bodhidharma en respuesta al «Por favor, calma mi mente» de Hui Ke es tan profundo que sólo es aplicable a las personas que han alcanzado el nivel de desarrollo de Bodhidharma y Hui Ke.
La misma respuesta dada a una mente menos desarrollada, a pesar del lenguaje simple y claro utilizado, sería muy desconcertante. Muchos lectores encuentran incomprensibles los gong-ans o koans porque no se encuentran en el mismo nivel de desarrollo que los monjes a los que se dirigían originalmente.
Del mismo modo, un simple bloqueo de Kungfu Shaolin puede ser muy profundo; es el resultado de siglos de esfuerzos de los maestros Shaolin para encontrar las mejores formas de contrarrestar un ataque concreto, incluyendo la consideración de diversos factores combativos como el tamaño y la potencia del oponente, el espacio disponible y las posibles acciones posteriores derivadas del bloqueo.
Tanto el bloqueo de kungfu como la respuesta de Bodhidharma son simples en el sentido de que se descartan todos los movimientos o palabras irrelevantes, dejando sólo aquellos que producirán el efecto deseado.
Por otra parte, la mayoría de las personas que han visto una buena representación de Kungfu Shaolin quedan impresionadas por la belleza de los patrones, que son sin duda más complicados y elaborados que los de otras artes marciales como el kárate, el taekwondo o el boxeo occidental.
«¿Cómo se puede llamar simples a esos patrones de kungfu?», pueden preguntarse. La respuesta es que son simples en relación con una selección de movimientos posibles para lograr el mismo efecto deseado.
Dado que el Kungfu Shaolin tiene una historia diez veces más larga que la de muchas otras artes marciales actuales, ha desarrollado un amplísimo repertorio de técnicas combativas.
Donde en otro arte marcial, por ejemplo, sólo hay dos o tres técnicas para hacer frente a una situación de combate específica, en el Kungfu Shaolin hay veinte. Por lo tanto, es más elaborado y complicado que prácticamente todas las demás artes marciales, incluido el Taijiquan.

En la fotografía superior se muestra una imagen del templo Shaolin. Es aquí donde se originó la tradición Zen (llamada Chan en Chino). La filosofía Zen impregna todos los artes que allí se enseñaron (Kung Fu, Chi Kung y Meditación).
Si el Kungfu Shaolin refleja las características Zen de ser simple, directo y efectivo, ¿por qué entonces no utiliza dos técnicas en lugar de 20? Eso sería superficialidad, no simplicidad como el término se utiliza en la presente discusión, y también minaría su efectividad.
El Kungfu Shaolin tiene una amplia gama de técnicas para hacer frente a cualquier situación de combate, de modo que el exponente puede elegir la técnica más apropiada para la ocasión.
Exponentes de diferente estatura física, por ejemplo, no utilizarían la misma técnica para contrarrestar el mismo ataque; o si un exponente quiere engañar a su oponente para que continúe su ataque, la técnica es de nuevo diferente.
Pero sea cual sea la técnica que utilice, aunque sea en sí misma elaborada, está despojada de todo movimiento superfluo.
Si hay, digamos, tres técnicas diferentes que son apropiadas para la ocasión y darán el mismo efecto deseado, utilizará la más simple y directa.
Esta breve descripción del Kungfu Shaolin no es una distracción, sino que pretende ilustrar las características Zen de ser simple, directo y efectivo en la acción. Para ilustrar estas características Zen en el uso del lenguaje, el gong-an o koan es un ejemplo excelente. Del mismo modo que quienes no estén familiarizados con el Kungfu Shaolin lo encontrarán complejo, quienes aún no estén preparados para un despertar Zen encontrarán desconcertantes los gong-ans.
Cualquiera que lea un gong-an quedará impresionado por la sencillez y la franqueza del lenguaje utilizado, aunque no comprenda su verdadero significado. Veamos el lenguaje utilizado en el siguiente gong-an (koan), del famoso clásico Bi Yan Lu, o Registro del Acantilado Azul:
«Ding, el monje director, preguntó a su maestro, el Venerable Lin Ji: «¿Cuál es el significado de la enseñanza de Buda?». Lin Ji bajó inmediatamente de su asiento de meditación, le dio al monje director una bofetada en la oreja y luego lo apartó de un empujón. El monje director estaba aturdido y se quedó allí de pie, asombrado. Algunos monjes cercanos dijeron: «Monje director Ding, ¿por qué no se postra?». En ese momento, su corazón brilló y se despertó. Inmediatamente, el monje director se postró para dar las gracias al maestro.»
Es difícil encontrar otro tipo de escrito más simple y directo en su lenguaje que el gong-an (koan), y si estás listo para un despertar zen puede ser muy efectivo.
En el gong-an (koan) anterior, por ejemplo, no hay ninguna descripción del maestro, el monje director o los otros monjes, ni relato de la emoción sentida por ninguno de ellos antes, durante o después del incidente de la bofetada, como es común en muchos otros tipos de literatura. Ni siquiera se menciona el momento y el lugar. Todos estos adornos literarios son innecesarios en un gong-an (koan) zen; se omiten porque no contribuyen en modo alguno al efecto deseado.
Decir que el gong-an es simple no significa, por supuesto, que sea superficial o aburrido. Este gong-an, como todos los demás, es un excelente ejemplo de la profundidad en la simplicidad.
¿A qué despertó el monje principal y cómo la bofetada o la indicación de los otros monjes desencadenaron su despertar? «¿Cuál es el significado de las enseñanzas de Buda?» era en realidad una pregunta retórica: todos en el gong-an conocían su respuesta literal.
La bofetada de Lin Ji fue para impedir que el monje director escuchara y, por correlación, buscara una respuesta verbalizada, indicando que la enseñanza de Buda -la iluminación- es inexplicable. La indicación de los otros monjes funcionó, haciendo que el monje principal se diera cuenta de la respuesta no verbal que pretendía darle el maestro, y desencadenando su despertar de que la realidad cósmica es trascendental.

En la fotografía superior, el Gran Maestro Wong Kiew Kit hace una demostración del Kung Fu Shaolin. Este tipo de Kung Fu sigue la famosa filosofía Zen de ser simple, directo y efectivo.
Practicar las características zen de ser simple, directo y efectivo, tanto en las acciones como en las palabras, puede ayudarnos a que nuestra vida diaria sea gratificante y llena de sentido, tanto para nosotros mismos como para los demás.
Y es inspirador observar que estas características se encuentran también en las obras de grandes científicos, filósofos y maestros. La teoría de la relatividad de Einstein, que ha revolucionado la visión occidental del mundo, no podría haberse expresado de forma más sencilla, directa y efectiva que en su famoso e = mc2.
Echemos un vistazo a la frase inicial de Lao Tzu en su Tao Te Ching: «El Tao que puede ser nombrado no es el Tao». Aunque no mucha gente comprenda esta gran verdad cósmica, está expresada de la forma más simple, directa y efectiva.
Si has comprendido bien este libro («El Libro Completo del Zen» del que se ha extraído este artículo), no te será difícil entender la famosa frase de Lao Tzu. Dice en términos taoístas lo que los maestros zen han tratado de transmitir a sus alumnos de forma extraordinaria -como se recoge en los gong-ans-: que la realidad última es inexplicable. Una vez que utilizamos nombres para describir la realidad última, iniciamos el proceso de diferenciación en el mundo fenoménico y lo que describimos ya no es la realidad última.
Si no entendemos la fórmula de Einstein o la frase inicial de Lao Tzu a pesar de ser expresadas de manera simple, directa y efectiva, es porque no hemos tenido en cuenta la profundidad que encierran. Aquí es donde entran en juego los grandes maestros: permiten comprender conceptos profundos y complejos. Y sus enseñanzas son siempre sencillas, directas y efectivas.
Sólo los profesores y escritores mediocres -quizá en un intento de parecer grandiosos o porque ellos mismos no son claros- hacen difíciles las cosas sencillas.
Veamos cuán simple, directa y efectiva es la enseñanza del considerado por muchos como el más grande de los maestros, Buda, incluso cuando se traduce a un idioma tan diferente en vocabulario y estilo de su original. Su forma simple, directa y efectiva es aún más impresionante cuando nos damos cuenta de que se trata de una enseñanza sobre el más profundo de los temas: cómo un practicante puede alcanzar la iluminación:
«¿Y cuál es ese camino intermedio? Es simplemente el noble camino óctuple, es decir, la visión correcta, la intención correcta, el habla correcta, la acción correcta, la forma de vida correcta, el esfuerzo correcto, la atención (mindfulness) correcta y la concentración correcta. Ese es el camino medio descubierto por un Ser que ha alcanzado la perfección (el Buda), que da visión, que da conocimiento, y que conduce a la paz, al conocimiento directo, al descubrimiento, al nibbana (nirvana).»

En la fotografía superior se muestra a los estudiantes practicando Shaolin Cosmos Chi Kung. El aspecto de la filosofía Zen de «Haz y no meramente hables» es esencial para el progreso del estudiantes. Es la perseverancia en la práctica correcta la que aporta grandes beneficios.
Filosofía Zen Nº3 para ser una Persona Zen:
Haz, no meramente hables
Además de hacer que tus acciones y tu lenguaje sean simples, directos y efectivos, otra forma de añadir un toque zen a tu vida diaria es practicar los principios y filosofía zen.
Dos principios zen que pueden enriquecer nuestra vida y la de los demás son «Haz, no te limites sólo a hablar» y «Sé consciente del momento presente». Esta parte es esencial para ser una persona Zen.
El primero es un principio fundamental del budismo. Por eso, cuando aquellos propensos a la argumentación y la especulación le hacían preguntas al Buda sobre metafísica y cosmología, el Honrado por el Mundo prefería guardar un noble silencio a pesar de poseer una sabiduría suprema sobre esos temas.
Ésta fue también la razón por la que Bodhidharma pidió a los estudiantes que quemaran sus escrituras; descubrió que se habían esclavizado a las palabras en lugar de practicar la enseñanza que éstas transmitían.
El principio y filosofía Zen de hacer en lugar de hablar también se demuestra ampliamente en los gong-ans (koans), como en el grito de Lin Ji y el bastón de Te Shan. Cuando los alumnos preguntaban a sus maestros qué era el Zen, en lugar de explicarles que la realidad última es inexplicable, Lin Ji les gritaba y Te Shan les golpeaba. Muchos de sus distinguidos alumnos alcanzaron así el despertar o la iluminación.
Este principio Zen se manifiesta de nuevo de forma excelente en el Kungfu Shaolin y en el Chi Kung Shaolin. El sello distintivo de un maestro de Kungfu Shaolin o Chi Kung es la profundidad de su habilidad, no la extensión de su conocimiento, aunque la mayoría de los maestros tienen muchos conocimientos.
Cuando un exponente Shaolin ha dominado el arte de la Campana Dorada, por ejemplo, mediante la cual puede recibir ataques sin sufrir heridas, o el arte de transmitir su chi, o energía vital, para curar a la gente de enfermedades crónicas, se le puede llamar con razón maestro, aunque sepa muy poco de kungfu o teoría de chi kung.
El camino esencial hacia la maestría es practicar la técnica necesaria para adquirir la habilidad respectiva una y otra vez diariamente durante muchos años, no leer extensamente o aprender sobre más técnicas y habilidades. Inevitablemente, las técnicas necesarias para adquirir estas habilidades son simples, directas y efectivas.
Aunque no tengas que adquirir el arte de la Campana de Oro o golpear a alguien para provocar su despertar, el principio y filosofía Zen de hacer y no sólo hablar puede ser muy útil en tu vida diaria (y así convertirnos en una persona Zen). Si, por ejemplo, no estás satisfecho con el trabajo de tus empleados o subordinados, en lugar de reñirles inútilmente o quejarte a tu amigo, toma medidas simples, directas y efectivas para asegurarte de que realizan un trabajo satisfactorio.

En la fotografía superior, el Gran Maestro Wong Kiew Kit demuestra un patrón de Chi Kung llamado «Levantar el Cielo». Según la filosofía Zen, el estudiante se centra en practicar la misma habilidad una y otra vez hasta alcanzar la maestría. Perseverar en la práctica correcta es lo que hace al maestro.
Por lo general, Oriente y Occidente tienen una actitud y un enfoque opuestos en cuanto a hacer y hablar, o practicar y aprender. La tradición oriental se centra en hacer o practicar, mientras que en Occidente se centra en hablar o aprender.
Normalmente, cuando un estudiante oriental estudia con un maestro, ya sea de Zen, kungfu, chi kung o cualquier otra arte, deposita toda su confianza en él y hace todo lo que le pide. Por lo general, no sabe prácticamente nada aparte de la poca información que le proporciona su maestro.
Por ejemplo, cuando empecé a practicar kungfu con mi primer maestro Shaolin, Sifu Lai Chin Wah, o Tío Rectitud, como era más conocido por el público, practiqué durante meses la Postura del Caballo, el ejercicio más exigente que he conocido en cualquier arte, porque mi maestro así me lo pidió.
Años más tarde, cuando practicaba chi kung y luego zen con Sifu Ho Fatt Nam, sucesor en tercera generación del Venerable Jiang Nan del Monasterio Shaolin, practiqué durante años la Respiración Cósmica y más tarde «sentarse en posición de loto sin pensar en nada y sin hacer nada», sin saber qué beneficios me aportarían esos ejercicios.
Ni a mí ni a ninguno de mis compañeros se nos ocurrió preguntar al maestro por qué hacíamos lo que hacíamos, pues hacerlo habría sido una expresión flagrante de desconfianza. Fue mucho más tarde que adquirí los conocimientos teóricos que me sirvieron para confirmar y explicar lo que había experimentado.
La mayoría de los occidentales considerarían extraña o insensata una actitud tan sumisa, y en cierto modo tienen razón. En primer lugar, la actitud occidental hacia los maestros es diferente de la tradicionalmente oriental.
Para mí, mis maestros son como mi padre: en el sentido oriental, con autoridad y a los que hay que venerar. Muchos occidentales consideran a sus maestros como sus iguales, alguien con quien pueden sentirse cómodos, o incluso a quien pueden maltratar o faltar al respeto a veces.
En segundo lugar, los occidentales son curiosos: no sólo cuestionan a sus maestros, sino que leen todo lo que pueden sobre el tema. Personalmente, no estoy de acuerdo con la primera opinión occidental, pero considero que la segunda es buena, siempre que el cuestionamiento se lleve a cabo con respeto y, lo que es más importante, que los alumnos «practiquen» y no sólo «aprendan», de acuerdo con el principio y filosofía Zen de «hacer, no sólo hablar«.
Los maestros no son tus iguales; están al menos un nivel por encima de ti, de lo contrario no deberían, ni podrían, ser tus maestros. La necesidad de respetar a los maestros y su estricta disciplina es en beneficio de los alumnos, pues de lo contrario su rendimiento no será alto.
Cuando amigos, alumnos o desconocidos comentaban que yo era equilibrado, lleno de energía y tenía una mente fresca y tranquila, sabía que todas estas cualidades se debían en gran medida al gran respeto que tenía (y sigo teniendo) por mis maestros.
Pero tuve mucha suerte; conté con dos de los mejores maestros del mundo, que no sólo eran extremadamente hábiles en sus artes, sino brillantes ejemplos en vida de los elevados valores morales que profesaban. Por la forma en que llevaban sus vidas, más que por su instrucción oral, aprendí el significado de la justicia -del Tío Rectitud, como refleja su honorable apodo- y el significado de una conciencia impecable -del Sifu Ho Fatt Nam-. No se limitaban a hablar de justicia y de una conciencia impecable, sino que las practicaban en su vida diaria.

En la fotografía superior el Gran Maestro Wong Kiew Kit demuestra un patrón de Kung Fu. Es la perseverancia en la práctica correcta y la aplicación de la filosofía Zen la que ha hecho posible que el Gran Maestro Wong alcanzara un alto nivel de maestría en los artes que practica.
Pero hoy en día es extremadamente difícil encontrar maestros de tan alto nivel. Cuando una persona empieza a enseñar chi kung o meditación tras un curso de fin de semana sobre el arte, se puede evaluar no sólo su destreza, sino también los valores que guían su vida. De ahí que cuestionar respetuosamente al maestro y sus enseñanzas sea una práctica saludable, sobre todo cuando muchos falsos instructores se hacen pasar por maestros.
Debemos adoptar la actitud de cuestionar para aprender, no cuestionar para exponer. Si el maestro no puede responder satisfactoriamente a preguntas básicas, o no puede realizar razonablemente bien la habilidad que dice enseñar, tenemos buenas razones para sospechar. Formular educadamente preguntas legítimas a un maestro, en lugar de discutir con él sobre un tema en el que se supone que es experto, o retarle a hacer una demostración convincente, es una forma simple, directa y efectiva de averiguar si es competente.
Y si lo es, sigue siendo muy útil que los alumnos lean sobre el tema. Pero deben tener en cuenta que aunque un maestro no tenga conocimientos teóricos, puede ser muy hábil en su arte y, por tanto, tener mucho que enseñar a esos alumnos entendidos.
Demostrar al maestro que ellos tienen más conocimientos no sólo es descortés e impropio, sino que sin duda va en detrimento de su aprendizaje. Tales estudiantes deberían tomar nota del principio Zen de «hacer, no sólo hablar»; su conocimiento está destinado a mejorar el logro práctico de cualquier arte que estén practicando y, lo que es más importante, deberían practicar ese arte, no sólo aprender sobre él.
En el Zen y en todas las demás escuelas budistas, el conocimiento, aunque muy valorado en sí mismo, siempre se considera inferior a la experiencia. Esta es una parte esencial de la filosofía Zen. Una persona con un doctorado en construcción de edificios que no sabe poner un ladrillo es inferior a un albañil iletrado a la hora de construir una casa.
Por supuesto, esto no significa que los conocimientos carezcan de importancia; los conocimientos sirven de mapa, pues muestran no sólo la ruta que hay que seguir, sino también el destino. Sin conocimientos, la mayoría de los estudiantes pierden mucho tiempo buscando a tientas en la oscuridad. Pero no basta con tener el mapa en la mano; el alumno debe recorrer la ruta para llegar a su destino.
Al enseñar kungfu y chi kung, siempre he explicado a mis alumnos la fundación filosófica de estas artes. Con este conocimiento son más capaces de definir sus metas y objetivos, y conscientes de la variedad de métodos disponibles, lo que les permite lograr mejores resultados en menos tiempo.
De hecho, muchos de mis alumnos podrían conseguir en seis meses lo que yo logré en tres años. Pero no cabe duda de que sus notables logros no se deben a mi forma de hablar, sino a su forma de actuar: no por los conocimientos en sí, sino porque los conocimientos les han proporcionado la visión y la inspiración necesarias para practicar con regularidad y diligencia.

En la fotografía superior, los estudiantes practican la meditación de pie. A través de la relajación y del enfoque mental, alcanzan un profundo nivel meditativo. Esto es también parte de la filosofía Zen: Ser plenamente conscientes de lo que estamos haciendo.
Filosofía Zen Nº4 para ser una Persona Zen:
Sé consciente de lo que haces
Aunque practiques con regularidad y diligencia, si no pones tu corazón, o tu mente, en lo que estás practicando, es poco probable que obtengas buenos resultados.
Ser consciente de todo lo que haces es una enseñanza fundamental en todas las escuelas budistas. En los templos Theravada, por ejemplo, los monjes practican todos los días la meditación al caminar -en la que son muy conscientes del momento y el lugar en que sus pies tocan o abandonan el suelo- para cultivar esa atención.
De entre los discípulos de Buda, se decía que Suddhipanthaka era el más estúpido; no podía recordar ni una sola línea de ningún sutra. Pero su determinación por alcanzar la iluminación era tan grande que renunció a todo para convertirse en monje.
Su hermano, Mahapathaka, que también era monje, pensó que Suddhipanthaka nunca haría ningún progreso espiritual. Suddhipanthaka lloró profusamente, ya que el cultivo espiritual era lo único importante para él.
El Buda lo encontró llorando y sintió gran compasión por él. El Buda pidió a Suddhipanthaka que barriera el suelo del templo y que, cada vez que barriera, dijera «barre» y tuviera conciencia de ello. Poco a poco, Suddhipanthaka fue tomando conciencia de cada una de sus palabras y acciones en todo momento, y de nada más. Finalmente, alcanzó la iluminación.
Suddhipanthaka es una gran inspiración para todos nosotros; si una persona considerada tan estúpida pudo alcanzar la iluminación, nadie puede utilizar la excusa de que la iluminación está fuera de su alcance.
Dado que, como se recoge en muchos gong-ans, los maestros zen a menudo impedían a sus alumnos pensar o cualquier forma de verbalización, algunos lectores pueden pensar que la atención plena es incompatible con el entrenamiento zen, pero no es así.
La aparente paradoja se debe a la incapacidad del lenguaje para expresar finos matices de significado, así como a la incapacidad para diferenciar entre la mente altamente desarrollada de los monjes zen mencionados en los gong-ans y la mente no entrenada de la gente corriente. De hecho, el entrenamiento zen es un entrenamiento de la atención plena. Primero hay que entrenar la mente para que esté centrada en un punto y luego para que se expanda.
En términos Zen, primero domamos la mente y luego alcanzamos la no-mente, como se ilustra en los 10 Toros del Zen con la domesticación del Toro y su posterior desaparición. En los gong-ans, como las mentes de los monjes ya habían sido domadas o calmadas, sus maestros podían utilizar métodos extraordinarios, como dar respuestas aparentemente ilógicas, gritar y golpear, para provocarles a alcanzar la no-mente, el término Zen para toda mente.
Puedes desarrollar la atención plena recordándote constantemente a ti mismo que debes ser consciente de cualquier cosa que estés haciendo. Por ejemplo, mientras lees esta frase, sé consciente del significado de las palabras en lugar de simplemente repasarlas.
Sé consciente de la silla o de lo que sea en lo que estés sentado, y de la habitación o del lugar en el que te encuentres.
Cuando comas, sé consciente del sabor y la textura de los alimentos que tienes en la boca, del contacto que hacen los dientes con la comida al masticar y de cómo bajan por la garganta al tragar.
Cuando subas o bajes un tramo de escaleras, mantén la mente en ti subiendo o bajando, no en los documentos de tu oficina o en alguien de otra ciudad. Cuando los maestros dicen que el Zen consiste en comer, mirar por la ventana o saludar, están dando a entender que se trata de prestar atención al momento presente.

En la fotografía superior, los estudiantes practican un patrón de Shaolin Chi Kung llamado «Sujetar la Luna». Parte de la filosofía Zen es estar relajado y enfocado. Así que, los estudiantes no fuerzan o tensan los músculos. Si estamos relajados y enfocados podemos decir que somos una persona Zen.
Es posible que al principio tengas que hacer un esfuerzo considerable para ser consciente de tu presente, pero poco a poco puede convertirse en algo habitual. Nunca debes forzarte a ser consciente; si lo haces, te estresarás. Si esto ocurriera, realiza alguno de los ejercicios de chi kung de este libro (Libro Completo del Zen). Presta atención con suavidad, como si no tuvieras mente, pero fueras plenamente consciente de ti mismo y de lo que te rodea y, en una fase avanzada, incluso de lo que hay en tu interior. Entonces habrás alcanzado el Zen cotidiano. Tu mente será aguda (ágil) pero tranquila; estarás realmente vivo y apreciarás cada momento de tu vida y de la de los demás seres.
Cuando estás fresco mentalmente y eres plenamente consciente de que estás vivo, no simplemente existiendo o sobreviviendo, eres capaz de compartir la belleza y las maravillas de la vida que te rodea. Si coges una flor, puedes sentir su fragancia y su delicada textura, y si has estado practicando la meditación, puedes incluso sentir su vida anterior.
Si miras un grano de arena, puedes ver en él todo un cosmos. Incluso puede que, en un impulso zen, percibas intuitivamente la interconexión de todo en el universo. Esto te llenará de inspiración y gratitud e, independientemente de tu situación en la vida, sentirás la alegría de vivir y puede que, en un destello de sabiduría Zen, despiertes de repente al hecho de que la felicidad no depende de la riqueza, la fama y el poder. Puede que te sientas impulsado a dar, a compartir tu alegría con los demás.
El Zen del momento presente puede traerte una alegría que antes no sabías que existía. Esta alegría es intrínseca; la experimentas ahora debido a un cambio en tu composición mental, no a factores externos. Pero recuerda que este cambio mental es el tercer paso, no el primero, de las enseñanzas de Buda.
Los tres pasos son evitar todo mal, hacer el bien y purificar la mente. Quien hace el mal, aunque practique todos los métodos explicados en este libro, no alcanzará el gozo interior. Esta es una verdad cósmica: el acto de contemplar el mal que precede a una acción mala, contamina la mente e inevitablemente se convertirá en sufrimiento en esta vida o en las futuras.
Esto no significa que alguien que hace el mal esté más allá de la redención. En el budismo no existe el pecado eterno; si un pecador se arrepiente sinceramente y realiza buenas acciones, las bendiciones acumuladas modificarán su impresión mental y cambiarán el mal karma en buen karma.
El destino de una persona está en sus propias manos: ni siquiera tiene que rezar para arrepentirse; mientras haya un cambio de corazón, o de mente, del mal al bien, la impresión mental que dirige el curso de su vida futura cambiará. Sin embargo, para aquellos que no están suficientemente desarrollados en mente o espíritu, rezar a Dios, o al Buda o a cualquier Bodhisattva, para arrepentirse proporciona un gran apoyo espiritual.
El Zen, por tanto, muestra el camino hacia una vida gozosa. Los monjes zen -que no tienen posesiones mundanas, fama ni poder, cuya cama es un duro tablón y cuya comida suele consistir en unos trozos de verdura con gachas o arroz (siete granos de los cuales ofrecen diariamente a los fantasmas hambrientos que nunca han conocido)- se encuentran entre las personas más felices del mundo.
Pero no es necesario convertirse en monje zen para disfrutar de los enormes beneficios del zen. Se puede cultivar el Zen como laico, u olvidarse del cultivo formal y practicar el Zen de manera informal (a través de la filosofía Zen). A nivel de nuestro mundo mundano cotidiano, el Zen nos enseña a ser efectivos, calmados, frescos mentalmente y sentirnos vivos en todo momento; a nivel espiritual, nos muestra el camino hacia el mayor logro al que cualquier ser puede aspirar.
Los principios y filosofía Zen explicados en este artículo son maravillosos secretos que comparte el Gran Maestro Wong Kiew Kit que es un maestro Zen extraordinario.
Si queremos aplicar a nuestra vida diaria la filosofía Zen y convertirnos en una persona Zen estos principios nos ayudarán inmensamente y tienen el potencial de transformar extraordinariamente nuestra vida.
Si estás interesado en progresar de manera significativa en tu camino del Zen y no sólo practicar la filosofía Zen te recomiendo que practiques el Shaolin Cosmos Chi Kung que enseñamos en nuestra escuela. Al provenir del Monasterio de Shaolin, es un arte que tiene incorporada la esencia y principios de la filosofía Zen. No sólo te convertirás en una persona Zen sino que desarrollará de manera holística todos los aspectos de tu vida.